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Epitafio sobre un lecho de hojas

11:02

Veo como el paso de los días ha dejado atrás el verano, el asfixiante calor ya no es mi compañero, como tampoco los arboles, pues sus hojas ya secas flotan en el aire, se impregnan en la tierra hospedándose en el verde follaje, que en pocas semanas se cubrirá por completo dejándolo sin vida. El cielo de un glorioso gris, me hace olvidar el porqué estoy aquí, posada, acostada, adherida al suelo, a “La madre tierra”, esperando, su llegada.
Mas de cien inviernos son los que guardo en memorias, evocados únicamente con su olor, su esencia, su codiciado perfume, que solo con una delicada brisa, te envuelve en un capullo del cual nunca quisieras salir; tu corazón por algunos instantes se detiene, tus manos tiemblan, tus ojos, se centran en un punto fijo buscando lo desconocido, la respiración varia con los latidos de tu corazón y estos a su vez son irregulares, variantes, apagados.
Hoy, el último día de otoño, vendrá a buscarme, el invierno solo será parte de mis recuerdos y sentirlo por última vez es un sueño que no se cumplirá. Indiferente ilusión, te has llevado contigo mis horas, mis fantasías, mi vida y mi ser, que ahora sosegado en un lecho de hojas, esta quieto, inmóvil.
¿Qué espera? Ya quiero marcharme, no quiero llegar al primer día de invierno y no sentirlo por completo, no quiero tenerlo frente a mí y no poder acariciarlo, no quiero apreciar su belleza que cada jornada de verano me mantuvo viva. Lo estuve esperando nueve meses, soñando con su presencia, hubiese preferido mil veces que su existencia no fuese verdadera, solo parte de mi imaginación, pero existe y tuve el placer de conocerlo. El tiempo, que lentamente transcurre nos separo, y también fue este el que nos unía o así era como yo prefería pasarme las noches, pensando en él y este a su vez, en su retorno.
Hoja a hoja, observo mi vida, mis logros y fracasos, mi fe ramificada y marchita, mis sueños desgastados he inexistentes, mi alma rechazada. Mi amado invierno, el único que dejó que lo sintiera, él único que disipo el vacio en mi pecho, que hoy, el último día de otoño me mata. He soñado mucho, he pensado demasiado, y aquí estoy, muriendo poco a poco. En este momento prefiero no sentir su presencia, no volver á verlo es mi ultimo deseo y quizás eso, sea lo único que se me vuelva real.
Finalmente veo su sombra, siento su aliento cerca de mi boca, sus manos heladas recorriendo mi cuerpo: cara, cuello, espalda deteniéndose en mis manos. Ahí estaba, acompañándome, sintiéndome y yo, solo como receptora. Me deseaba y podía apreciarlo, mi mirada se hundió en la suya, sus ojos negros me condujeron a mi muerte y con un escarchado beso mi vida ahora solo era una mas de las tantas que se ha llevado .y en un abismo infinito me perdí, con él, La muerte.
La nieve comenzó a caer pocas horas después, y mi cuerpo sosegado en un lecho de hojas, desapareció en un manto de nieve, que abrazándome fuertemente cubrió mi cuerpo y fue entonces cuando el invierno se percato de que yo era mas que la poseedora de un vacio en su pecho . Y en el primer día de invierno éste, extrañó mi presencia.

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